miércoles, 28 de julio de 2010

RECUERDAS

Éramos unos niños
Y no entendíamos de quereres
Pero cuando rozaba tus manos
Lloraban nuestros ojos
Barruntando mil placeres.

Tu pelo olía a niña
Tus pechos ha poco habían nacido
Y el rubor de tus mejillas
Puro fuego, misterioso estallido.

Y todo pasó sin nosotros saberlo
Pero bien que lo entendimos
Cuando nos dimos un beso
Locura de inocencia.
Éramos unos niños.

El viejo abuelo

El viejo abuelo anda con paso lento, cansado, casi agotado.
De pronto siente una brisa suave que acaricia sus mejillas y
su semblante se torna una sonrisa. Sabe que esta llegando al final
del camino.
Ha cuidado su vida. De niño, de manera despreocupada, claro.
De mozo hizo de ella una estrategia de vivencias para conseguir ser feliz
y hacer felices a los que tenía a su lado.
Y fueron cayendo los años y su vida fue una entrega total. Entrega de su fe, entrega de sus ilusiones, entrega de sus fuerza entrega de sus alegrías, entrega de sus fuerzas, pero
siempre guardó para sí sus miedos.
Y ahora, ya abuelo, anda con paso lento, cansado y de tanto dar con alegría se ha quedado sin sueños. Solo le acompañan sus miedos.
Por eso la brisa le ha hecho sonreír. Por fin podrá entregar sus miedos y así no podrán hacer daño a los que tanto ha querido.
El precio siempre es el mismo: entregar sueños y alegrías a cambio de los miedos de todos.
pero creedme es muy pesado el miedo.