El abuelo frente a la lumbre,
con una sonrisa en sus labios,
olvida la pesadumbre
de sus brazos ya muy lacios.
Su energía está en su mente,
en el ocre y rojo de las llamas
que consumen el fuego lentamente,
mientras revive sueños
de mil noches y mil mañanas.
En la alegría de sus sueños,
entorna los ojos y ve un niño,
que corre alegre con otros pequeños
es una vida feliz con alpargatas
a nada teme porque nada conoce,
y así recorre su infancia,
entre recuerdos y sueños.
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