domingo, 15 de julio de 2012

El peligro de la confusión.

Si nos mantenemos en nuestros pasos,
mejor será ir perdiendo el apetito,
pues en la mayoría de los casos,
solo nos salvará una visita al santíto.

Pues dicen y cuentan los que lo han hecho,
que atiende a todos por igual,
lo mismo a la madre con niño de pecho
que al hijo del señor mariscal.

Y es que la impresión general
es que han instalado en la plaza del pueblo,
un enorme molino que engulle todo el trigal,
y nos deja como paja para el fuego.

Vayamos todos a ver al santito,
nos espera en cualquier rincón de la casa,
dejemos nuestros suspiros en su pecho,
y nuestra confianza en su corazón de plata.

Es que quiero expresar claramente,
que si los de acá abajo, día que pasa, peor,
tendremos que buscar aliados en otra gente,
con menos dinero en sus ojos ,
y en su corazón unas pizcas de amor

Y cuando no sepas ya donde mirar,
recuerda que a tu lado también vive y sufre gente,
que dará su sangre para poderte ayudar.

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