Mi caja de música me lleva hoy de la mano, por la calle ancha que hay en todos los pueblos. En esa calle, los mozos y mozas pasean sus ansias de libertad. Sus arrumacos y caricias furtivas, invaden de misterio su fugaz intimidad. Y pienso que en estos días los mozos no disfrutan ni esa mínima intimidad. No la quieren, la despreciany exponen a la vista lo que antaño era un misterio infranqueable que no podía transgredir los límites de la confianza que existía entre ellos. A tiempos nuevos, ideas nuevas,pero sin rozar ni un pelín las viejas para que sigan disfrutando los mozos, que prefieren confianza y complicidad en su busca de felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario