martes, 21 de agosto de 2012

Sobre los ángeles de mi Colegio.

En filas de a dos en mágica formación,
vestidos con batas de blanco y añil
corriamos en busca de nuestra educación
embridando nuestro ímpetu juvenil.
En el bolsillo del uniforme,
sobre un fondo oscuro
escribía con hilo blanco
la madre, nuestro nombre.
Yo tuve la inmensa suerte,
de ir al mejor Colegio del mundo,
y aunque os suene demasiado fuerte,
en mil razones me fundo.
Era un Colegio sencillo
con unas aulas muy modestas,
dos en total eran todo el equipo,
en la clase "de arriba"
los pequeños y mas pillos,
en la de "Abajo" los mayores,
con el pantalón hasta la rodilla.
Y en verdad he de reconocer
con la claridad que dan los años
que tuvimos una suerte de agradecer,
pues aprendimos a subir la vida
con los mejores y mas seguros peldaños.

Doña Andrea era la Maestra
hoy sería dificil encontrarle escuela adecuada
era una señora, a la vez que cercana,
era cariñosa y muy preparada,
tenía un puño de hierro y unos besos de hada.
Doña Andrea, naciste, para darnos vida.
Te recuerdo pequeña y muy educada.
Donde esté y con retraso, GRACIAS.

Y de la señorita Rosa ¿ que os voy a decir?
los que aun la recuerdan
no me dejarán mentir.
Ella era la Madre. Eramos su vida,
nos abrigaba, si teniamos frío,
era para todos nosotros una madre muy querida.
Estudiaba las primeras letras con nosotros,
tenía una paciencia de acero
y unos ojos que sabían llorar,
ahora sé que además de los palotes
tambien nos enseñaste a amar.
En el Cielo y rodeada de pequeños,
te veo derramando en ellos tu gracia, ENSEÑAR.


La etapa de mayores os la contaré cualquier día.
Merece y necesita un capítulo aparte.

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