lunes, 16 de septiembre de 2013

Perdona, Carlos.

Querido Carlos hermano mío, por primera y última vez te contaré muy brevemente los principales rasgos de mi infancia. Nací en el momento mas bestia de la maldita guerra civil .Miedo miedo y mas miedo por todas partes. Ni siquiera teniamos una casa donde vivir. Una familia nos recogió de realquilados. Hambre, ya ves tú, toda. Llantos madre mía , todas las variantes hasta que perdí las ultimas lágrimas y no he vuelto a llorar.
No no he vuelto a llorar.  A nuestra madre, imagina, sacó a su familia a base de apretar los dientes y los puños. Una ventana se dejó abierta la desgracia y la miseria. La ventana por la que entró la sonrisa de nuestra abuela. Tú no la conociste, supongo y deseo que donde estes le des un beso de mi parte y de nuestra hermana. Tenía la tristeza de la inteligencia y la sabiduría para darnos la alegría que necesitábamos.
Siempre he procurado seguir su ejemplo pero me falta su temple para vivir situaciones que la vida nos echa
encima y que no las comprendo. Bueno Carlos ya está bien de quejicas, hala hasta otro día, que espero se me haya pasado el mal aire.

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